Los malentendidos del Pop

Los malentendidos del Pop

En Colombia le decimos “música popular” a un género musical derivado de la ranchera que es el absoluto rey de las cantinas. A este género pertenecen artistas como Darío Gómez, El Charrito Negro, Jhonny Rivera y la gran ola de herederos que actualmente son una de las mayores competencias comerciales del reguetón, al menos en Colombia (Alzate, Jessi Uribe, John Alex Castaño, etc.). No sé qué tanto sea este el caso en otros países de Latinoamérica, o sea, no sé si al género también le llamen música popular y no sé si tenga tanta acogida como acá. Lo que sí es claro es que hay géneros muy similares que tienen otros nombres, como es el caso de los corridos mejicanos. En todo caso, esto me pone en dificultades para usar el término “música popular”, que sirve para hablar de muchas más cosas que de la música de cantina colombiana (o latinoamericana).

Resulta que, como preámbulo a mi crisis de mediana edad que se avecina, he decidido admitir que los géneros musicales de mis amores ya son música de viejos y empezar a tratarlos como tales, como piezas de museo. En mis conversaciones con mi sobrino preadolescente he empezado a referirme al rock como “música clásica”[1]… cuando empieza a hacer caras de bacteriólogo (si no entienden, pregúntenle a un colombiano sobre la mirada de bacteriólogo) le digo: tranqui, tranqui, una más de música clásica y ya ponemos algo que te guste. En línea con ese espíritu, ya puedo (y tal vez debo) empezar a hablar de esos géneros en términos históricos, como en mis clases, y no como hablaba de ellos la gente cool de cuando yo era cool. Y de todo esto resulta que al pop no me gusta decirle pop porque se arma una confusión de los mil demonios. Por lo tanto, en todos mis textos sobre música emplearé el término “música popular moderna” para referirme a lo que entiendo por pop, y el término “pop” para referirme a lo que en la cultura popular terminó por llamarse “pop”.

Por eso, en este primer texto sobre música de mi reinvención post-COVID trataré de aclarar el bendito embrollo que se nos armó con la palabra “pop”. Antes de proseguir haré una aclaración que va a ser habitual en mis contenidos, para no ganarme reclamos innecesarios ni tener que responder a trolleos tan fastidiosos como irrelevantes. Mis textos no tienen pretensiones académicas. Incluso cuando utilice referentes académicos, intentaré siempre hablar desde la perspectiva de lo que en la cultura popular se entiende por las cosas de las que hable. Por ejemplo, si hablo de la ley de Murphy, hablaré sobre esa extraña lógica paradójica que parece operar en los infortunios[2] y no sobre el señor Murphy ni sobre lo que significa, desde un punto de vista académico y setenta teorías en pugna, su puñetera ley.

Además de eso, entenderé todo el conocimiento producido por la humanidad como narrativa, como historias, y no como verdades incuestionables ni como patrañas inaceptables. Me interesa más cómo articulamos a nuestras vidas las ideas que decidimos creer (por las razones que sean) que los juicios que hacemos sobre esas ideas bajo los supuestos de verdad o racionalidad (o la supuesta falta de ellas). Ofreciéndoles disculpas por lo que haya podido sonar rebuscado (y que está más dirigido a intelectualoides y otras especies de trolls que a ustedes, personas comunes y corrientes, que tienen mucho más claro lo que ignoran y por eso gestionan mejor el miedo) prosigamos.

¿Qué carajos es el “pop”? Según el Online Etymology Dictionary, que es una absoluta maravilla, la palabrita “pop” se usó por primera vez en 1926 con el significado de “algo que tiene atractivo popular”. Luego, en 1954, “pop” se usó por primera vez para referirse a un género particular (no especifican en la entrada si esto se refiere a género musical, pero imagino que sí) y en 1956 para referirse al pop art. Aunque en un principio no parezca, las tres acepciones tienen una estrecha relación. Más que una relación de causalidad evidente, es algo parecido al descubrimiento múltiple, o sea, el lenguaje evolucionó de manera relativamente orgánica como expresión del Zeitgeist[3] del siglo XX. Si nos fijamos en el recorrido histórico de la etimología, se emplea por primera vez en la década del Ford T y el nacimiento de Disney (la empresa) y se consolida como un género y/o movimiento artístico en la década del boom de las clases medias en Estados Unidos. La relación es, entonces, que lo que acabó por entenderse como arte popular en el siglo XX, o sea, el arte pop (independientemente de que se llame así en unas disciplinas, como las artes plásticas, simplemente pop, como en la música, o no tenga ese nombre en absoluto, como en el cine), tiene como una de sus principales características la producción en serie destinada al consumo masivo (no ha ocurrido exactamente de la misma forma en todas las disciplinas, ha venido dándose más con la evolución de cada una que en su momento inicial).

Volviendo a la música, eso es lo que entiendo yo por “pop”, esa música que empezó a producirse más o menos en serie y claramente destinada al consumo masivo (piensen en la Beatlemanía) desde los años cincuenta. Eso tiene dos problemas: el primero, que casi nadie lo entiende así hoy en día; el segundo, que desde ese punto de vista el rock es parte del pop, es decir, es un género derivado de éste. Debo admitir que se siente bien soltar la herejía y esperar a que la inquisición roquera llegue a quemar mi cabaña. Pero es así, he estado convencido de ello desde hace mucho tiempo. El rock surgió en los sesenta, empleando los mismos instrumentos que el pop de la época, con estructuras musicales muy similares, utilizando por lo general las mismas escalas (los músicos me corrigen si me equivoco) y aprovechando los avances en producción musical que en últimas llevarían tanto a las obras maestras actuales en un montón de géneros, como al lanzamiento continuo de intérpretes y grupos musicales prefabricados y a los reality shows y a los productores y a los estudios que facturan millonadas prefabricándolos.

En la cultura popular actual, me parece que el uso común de la palabra “pop” se refiere justamente a esa música prefabricada, demasiado suave, demasiado conformista y con una sensibilidad clichesuda de muy mal gusto. Mejor dicho, las boy bands del momento y la Madonna de quince años del momento. Al menos ese es el caso desde el punto de vista de muchos roqueros, el pop es una música parecida al rock pero sin el “edge”[4] (¿audacia, agudeza, fuerza?) del rock. Esto no resuelve nada y genera al menos dos problemas nuevos: el primero, que dentro del pop como género ha habido solistas y grupos de la talla de Michael Jackson y Gorillaz, respectivamente, o sea, de una calidad musical que mucho del rock actual envidiaría (y haría bien en intentar alcanzar); el segundo, que dentro del propio teen pop[5] terminan saliendo artistas soberbios, de una calidad indiscutible.

Ahora, si adoptamos la perspectiva histórica propia de mi edad física y de algunos de mis comportamientos, esa música de consumo masivo que surgió en los años cincuenta es hoy por hoy la música popular por excelencia. Cambió para siempre la manera de entender la música y se ha involucrado con todos los géneros populares que venían de atrás, arropándolos bajo su manto y masificándolos con la magia del capitalismo puro y duro, para mal y para bien. Piénsese, cómo no, en la balada romántica, que era anterior[6], en la música del mundo (World Music), actualización masificada de las músicas folclóricas de todo el mundo, y en el country. Hasta donde yo sé, y aquí sí que puedo pecar por ignorante, pero es como me lo he simplificado a mí mismo para que me quepa en la cabeza, la música popular antes del siglo XX era la música no académica, en oposición a lo que suele llamarse todavía música culta o música clásica[7].

Pues bien, el pop, sus derivados y sus “apadrinados” (básicamente cualquier género que se produzca para el consumo masivo) son exactamente eso hoy en día[8]. No es sino pensar en ese maravilloso afiche que tenía Miles, el protagonista de la película Whiplash, en su habitación: “si no tienes habilidad terminas tocando en una banda de rock”. Esto lo dijo el baterista Buddy Rich, considerado uno de los grandes bateristas de todos los tiempos, y mientras yo veía la película en un avión lamentaba no haberla visto en cine, rodeado de rockeros y metaleros fundamentalistas, para ser víctima de una implosión cuántica y ser arrojado a un agujero negro por sus caras de cringe (incomodidad, fastidio, malgenio, impotencia…). La música culta está ahí y puede que algo del rock y del pop que se han hecho hasta ahora terminen pasando a formar parte de ella, como le pasó al jazz, que pasó de música de cabaret[9] a música de élite (económica y/o musical). Por lo pronto yo, en mi ignorancia musical sólo comparable a mi amor por la música, seguiré siendo un ferviente fanático del pop. Y para que no crean que estoy hablando siempre de los Backstreet Boys o Dua Lipa, y siendo fiel al espíritu de mi crisis de la mediana edad, que se cierne sobre mí como una sombra terrible, le llamaré en todos mis textos sobre música “música popular moderna”.


[1] Habrá que ver cómo le ponemos a la música de los boomers y pre-boomers cultos… ¿música más clásica o re-clásica o simplemente volvemos a lo de “música culta”…?

[2] Ejemplo del ejemplo: cuando por descuido una persona no hace backup de documentos importantes, es decir, los guarda únicamente en un dispositivo, existe una altísima probabilidad de que el dios Murphy decida que ese dispositivo se dañe irremediablemente la madrugada anterior a la fecha límite de entrega de los documentos a un profesor o jefe.

[3] Expresión alemana que significa “espíritu del tiempo”.

[4] Ahora por Urban Dictionary me entero de que “edgy” casi inevitablemente tiene una connotación de pendejo. Creo que eso no era así hace diez años. Habrá que preguntarle a alguien entre quince y veinticinco años cómo es ahora. Confirmen en los comentarios, porfa.

[5] Esta vez fue Wikipedia la que me sacó de la ignorancia. Ya existe como nombre de ése subgénero del pop que sí es el de las boy bands y las Madonnas de quince años.

[6] ¿Han notado cómo el llamado Hair Metal o Metal de peluquería (apodo cariñoso en español) no es otra cosa que música del plancha en inglés con guitarras distorsionadas? Hagan el experimento con Pimpinela y me cuentan.

[7] Agradezco aquí el input de los músicos.

[8] Ya cambiando de era histórica, o sea, del Renacimiento para atrás, ahí sí me doy, no tengo la menor idea de cómo era la cosa.

[9] La manera en que Harry, el protagonista de El lobo estepario, de Hermann Hesse, se refiere al jazz, es una delicia.

1200 848 El Puente de Octarina
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