Después de unas elecciones tan intrascendentes como todas las anteriores, este ciudadano decidió responder lo mismo a todos los que le preguntaran por quién había votado. La respuesta era la siguiente: “por el que usted no quería”. La primera persona en oír semejante afrenta replicó de este modo: “¿Usted es que es bruto? ¿Cómo se le ocurrió votar por Tal?” Las réplicas de las demás personas fueron idénticas; cambiaban las palabras o las acciones, pero la idea era la misma. Este ciudadano recibió insultos, escupitajos y palizas; le pidieron muy amablemente que firmara la carta de renuncia a su empleo y los papeles del divorcio de su esposa; perdió veinticinco amigos y trece parientes. Finalizado el experimento, comprendió que el dictador no era el tipo recién electo.