Todo el mundo quiere ser estrella porno

Todo el mundo quiere ser estrella porno

El capítulo 2 de la primera temporada de Black Mirror, titulado 15 Million Merits, puede haber sido lo suficientemente traumático para que algunos hombres tomaran decisiones definitivas frente a la pornografía o incluso la industria del sexo, la obsesión con el sexo, etc. Ojalá…

Sin embargo, creo haber encontrado una falla en este capítulo como historia de terror: la especificidad de la víctima. En 15 Million Merits la víctima, la mujer que termina siendo forzada a convertirse en actriz porno, es Abi, la traga (love interest, que llaman ahora los Gen Zers) del protagonista. Esto ya es lo suficientemente trágico e impactante pero en últimas termina siendo problema de ella. He ahí lo realmente triste y lo que no funciona, Abi termina siendo una mártir inútil. El protagonista tendrá que superar un duelo y cargar con una culpa horrible pero eventualmente lo logrará o en todo caso seguirá con su vida. Lo mismo le pasará a la audiencia (sobre todo masculina) adicta al porno o simplemente consumidora del mismo. Eventualmente, incluso, alguien repetirá por ahí el clásico mantra de derecha política: La vida de Abi fue arruinada por una decisión que ella tomó libremente, por lo tanto, la responsabilidad es exclusivamente suya[1].

En parte esto ocurre, claro, porque el porno no es el asunto central del capítulo, que trata en cambio sobre una sociedad totalitaria en la que la realización personal es imposible. Todo el mundo termina haciendo lo que esta sociedad necesita que hagan y la esclavitud sexual es comparable a cualquier otra frustración personal, como tener un trabajo alienante y aburrido. Esto no sorprende en un Zeitgeist híper-materialista y confundido sobre el papel del sexo en la vida humana como sobre muy pocos otros asuntos: El acoso y la violación destruyen vidas pero la adicción al sexo, su instrumentalización y la esclavitud sexual son problemas menores o pueden ser incluso opciones de vida, en sociedades donde la cosificación es la forma primaria de deshumanización. Sólida y coherente como pocas lecturas…

Volviendo al punto de esta reflexión, que la víctima sea una persona específica hace que haya un contexto, un momento y eventualmente un pasado, una superación de esa tragedia personal, mientras la tragedia de la esclavitud sexual asociada al porno —sin mencionar sus otros problemas— sigue siendo una amenaza latente. No hay un mundo sin porno en el horizonte cercano, no al menos en este universo… la prostitución es “el oficio más antiguo del mundo”. Sería interesante (quizá ya esté por ahí) una Historia universal de la prostitución, a ver en qué se parecían las prostitutas sagradas sumerias o las geishas a las actuales actrices porno y otras trabajadoras sexuales. A veces me da la sensación de que de todo es natural arrepentirse menos de la prostitución. Eso parece ser siempre una decisión tomada con plena libertad y pleno criterio…

Si toca vivir con esa mierda y con las muchas otras maneras en que la instrumentalización del sexo lastima a la humanidad, al menos podemos intentar contas historias más efectivas sobre el asunto. Un miedo aparentemente común en los hombres del mundo moderno es que una de sus mujeres amadas sea prostituta (o actriz porno o hasta stripper, for that matter). En esto la sospecha puede ser más devastadora que la comprobación, porque como es bien sabido la imaginación es mucho más poderosa —devastadora en este caso— que los hechos. Esto además mantiene la incertidumbre y la vigencia de la amenaza (aquí estamos pensando otra vez en términos de una historia de terror). Un personaje que sea una especie de rey Midas a la inversa, que haga que todas sus mujeres amadas terminen siendo esclavas sexuales (o al menos crea que hace eso) puede ser mucho más efectivo que Abi forzada a ser actriz porno.

La zozobra permanente de sospechar y no poder confirmar puede, además, ser un excelente catalizador del horror y ser una metáfora efectiva de que cualquier persona que vea porno está contribuyendo en alguna medida a la esclavitud sexual de cualquier mujer[2]. Ese “cualquier”, esa falta de especificidad, es la clave aquí, pues extiende la posibilidad a todas las mujeres, a todas las personas, sobre todo si se tiene en cuenta que un adicto al porno (o al sexo o a lo que sea) también es esclavo, aunque el daño que sufre no sea equiparable al de la actriz porno esclava sexual. Esa pregunta ¿Será que es ella? en cualquier momento remite a cualquiera y a todas las personas que son, han sido y serán sometidas a la humillación y a la degradación de ser reducidas a objetos sexuales desechables (al menos en contra de su voluntad, entendiendo que hay quienes supuestamente eligen esa actividad como su oficio de forma voluntaria).


[1] Sé que en el capítulo en cuestión los personajes viven bajo una dictadura inescapable, pero piensen en las “Abis” del mundo “libre” en el que vivimos hoy.

[2] U hombre, si se dan los casos, que a decir verdad, no tengo idea.

1600 792 El Puente de Octarina
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